La homosexualidad ya es legal en Singapur

El 3 de enero de 2023 el gobierno singapurense anuló la ley 377A que criminalizaba el sexo entre personas del mismo sexo. Sin embargo, el que escribe estas líneas estuvo en numerosas ocasiones en bares de ambiente LGTB entre 2011 y 2022 (con nombres como “¿Lo sabe tu madre?”). ¿Cómo se come eso?

Rebobinemos. La prohibición de la homosexualidad viene de los tiempos de la colonia británica, allá por el siglo XIX. Pero encaja perfectamente en una sociedad como la asiática, que es marcadamente tradicional y conservadora. De hecho, en varias ex-colonias británicas como Malasia, la prohibición sigue en pie.

Singapur es un país obsesionado con mantener el equilibrio en un país que hace 50 años no existía, donde conviven cuatro razas (chinos, malayos, indios y expatriados) y múltiples religiones. Una de las expresiones que más escuchaba en el trabajo era “Don´t rock the boat”, que viene a decir “no hagas nada que rompa el status quo” y que refleja bien el enfoque del gobierno. Su posición es la de no imponer a la sociedad leyes que vayan en contra de las actitudes y creencias a pie de calle. Les va las próximas elecciones en ello, y dado que el mismo partido lleva en el poder más de cincuenta años, parece que le tienen cogido el pulso a la sociedad.

También es un país pragmático. Muy pragmático. Así que ¿por qué no prohibir la homosexualidad para contentar a aquellos ciudadanos que la rechazan, pero mirar hacia otro lado para no imponerla en la práctica? Es absurdo, pero ha funcionado desde los años 80, cuando los policías comenzaron a silbar disimuladamente “it´s raining men” y a atarse los zapatos cada vez que alguien les señalaba con el dedo un bar de ambiente gay.

¿En qué se traducía esto? Había bares de ambiente gay, había festivales de películas LGTB, había shows con drag queens publicitados en redes, etc. Pero no verías nunca a una pareja gay de la mano por la calle. Al gobierno le preocupaba más las denuncias y tratar con ellas que la existencia de aquello que se denunciaba.

Todos los años tenía lugar una manifestación (muy ordenadita, en un parque cerrado, y donde te pedían el DNI para entrar) para pedir la abolición de la ley. Finalmente, el gobierno ha comprobado -gracias a sus sofisticados análisis de big data sobre opinión pública- que puede dar el paso sin que la gente monte un pollo. Pero al mismo tiempo, ha tranquilizado a la parte conservadora asegurando que el matrimonio sigue siendo cosa de varón y hembra. Veremos.